Tres poemas de Juan Ramón Jiménez en "Jardines lejanos"

I
(poema XXX) Llueven estrellas de agua sobre el jardín amarillo; las hojas tiemblan la luz de las lunas de estos siglos. El cielo azul está negro de tristezas y de fríos, las flores son de otros árboles, los pájaros de otros nidos. Habrá, bajo un cielo claro, un mágico paraíso con flores rosas, con dulces ruiseñores cristalinos... La luna rosa está sola naciendo en un abanico, entre unos sauces de ensueño, sobre el remanso de un río. Éstos son árboles yertos, éstos son nidos vacíos... ¡Nocturnos de primavera!, ¡fuentes, rosas, lunas, lirios! ... El oro triste y con lágrimas, cuando el agua se ha dormido, tiembla al paso de la brisa con un temblor diamantino. -Las dulces sienes con agua saben de romanticismos; un tono de corazones melancólicos y místicos-. Entonces el agua cae sobre los ojos marchitos y da sueño a las tristezas y es amor y quita el frío... Y hasta hace soñar con un ruiseñor doliente y lírico, que canta sobre la luna, en el remanso de un río...
(II-Jardines místicos) II (poema II) Hay un oro dulce y triste en el malva de la tarde, que da realeza a la bella suntuosidad de los parques. Y bajo el malva y el oro se han recogido los árboles verdes, rosados y verdes de brotes primaverales. En el cáliz de la fuente solloza el agua fragante, agua de música y lágrima, nacida bajo la hierba entre rosas y cristales... ...Ya el corazón se olvidaba de la vida...; por los parques todo era cosa de ensueño, luz de estrellas, alas de ángeles... Sólo había que esperar a los luceros; la carne se hacía incienso y penumbra por las sendas de rosales... Y, de repente, una voz melancólica y distante, ha temblado sobre el agua en el silencio del aire. Es una voz de mujer y de piano, es un suave bienestar para las rosas soñolientas de la tarde; una voz que me va haciendo llorar por nadie y por alguien en esta triste y dorada suntuosidad de los parques. (I-Jardines galantes) III (poema LXX) Estoy envuelto en la tarde como en un sueño violeta: por todas partes se ven las flores y las tristezas. Si hay frío, es un frío tan suave, que las mismas penas en vez de morirse, abren mejor sus hojas más negras... Son las esquilas, son todas las esquilas; las estrellas todas las estrellas; todas las campanas; las esencias de todas las novias mustias; la música soñolienta de todo el valle, de todo el río, de toda la aldea; todas las horas de idilio, de jardín y de leyenda; ¡el naciente rosa y oro de todas las lunas nuevas! ...Hay que llorar más que nunca, hasta abrir todas las penas románticas, esta tarde de largos sueños violetas. Hay que llorar, más que nunca, lágrimas llenas de estrellas... Por todas partes se ven las flores y las tristezas. (III-Jardines dolientes)

PARTITURA DE JARDINES LEJANOS, piano solo

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