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From Piano to Toy Piano: composing as a Rite of Passage


From Piano to Toy Piano: composing as a Rite of Passage 
Mercedes Zavala 
Conservatorio Profesional de Música Teresa Berganza, Madrid, Spain 

ABSTRACT

In this talk I will discuss the work I did with the piano students of Antonietta Loffredo in the workshop "Seriously or jokingly? Toy piano composition workshop for early stages".  As a result of this workshop, the students wrote a series of pieces composed by them for toy piano. We also worked on improvisation as a complementary activity with elements  differentiated from, but also related to,  musical composition.

The choice of the toy piano favors some aspects that help the initiation to compose. At this student level, to compose means a change of perspective, a step to another way of understanding music, indeed a passage to another musical reality. The toy piano is a new instrument for all of them, so they have to do prior work of exploration to understand how that new instrument works, and they have to react to its sound and possibilities; but at the same time it is a familiar instrument, so they can manage it very well. Also, it has a restricted range of possibilities that makes the writing easier. Last, but not least, the toy piano is freed from the sometimes overwhelming weight of music repertoire of the past. This gives the act of creating music a playful aspect, outside the overwhelming responsibility that the concept of composing sometimes implies. The response of the pupils was very interesting in many senses, as you will see and hear.

MANUAL DE VISIBILIZACIÓN DE COMPOSITORAS (o cómo mostrar la figura oculta)


MANUAL (BÁSICO) DE VISIBILIZACIÓN DE COMPOSITORAS

 Dirigido a periodistas, musicógrafos, gestores, productores, programadores, intérpretes, etc., y a los propios compositores de ambos sexos que realmente quieran visibilizar compositoras.

LÍNEAS DE ACTUACIÓN

1- Programa, programa, programa.

2 - Muestra sus obras como fruto de la creación individual y no de colectivos (como "mujeres", "socias de", "féminas", "pioneras"…)

3 - Nómbralas, sí, con nombres y apellidos de todas y cada una de ellas, en la nota de prensa, en la difusión, en el cartel.

4 - Resalta sus obras, y no su sexo, sus aspectos biográficos o su físico. Debes hablar de lo que hacen y no de si visten con estilo o sin él, con marca o de todo a cien, si son guapas o feas, solteras, casadas o madres.

5 - Inclúyelas en el epígrafe cultura o música, y no en varietés, estilismo o sociedad.

6 - No manipules o recortes sin previo acuerdo ni la obra ni sus palabras sin autorización previa.

7 - Habla, y si eres intérprete, trabaja con ellas antes, es posible que tengan algo interesante que decir o que observar sobre su propia obra.

8 - (opcional) Si pones una foto de todo quisque, incluye también la de las compositoras, sean o no glamurosas.
* * *

Los anteriores apartados son también de aplicación a los compositores en general, del sexo que sean o quieran ser. Ello no es óbice para que cuando sea pertinente se profundice en aspectos biográficos o de otro tipo. Este es un manual básico, es decir, se presentan los aspectos que no debes saltarte antes de introducir otros.

Por supuesto siempre habrá excepciones. Si alguien te solicita estar en "belleza", "estilismo", o "vida salvaje", adelante. Pero no lo hagas tú por iniciativa propia, y no incluyas a las demás en el mismo epígrafe por la vocación de una.

TEST FINAL DE AUTOEVALUACIÓN

Apto: Si este texto te mueve a exclamar "qué obviedades", bravo, parece que ya habías pensado en ello. 

No apto: Si este texto te incomoda debes releerlo, reflexionar unos minutos y quizás cambiar de estrategia antes de adscribirte a dicha causa.

RECEPCIÓN DEL TEXTO

Se admiten aportaciones, siempre que se adapten al formato "manual".

componiendo con zapatillas rojas


Ya he contado otras veces que desde que he tenido consciencia de querer hacer música he querido también inventarla. Me coloco naturalmente en el lugar de la creación, no solo en lo musical. Con el tiempo me he dado cuenta que esto no es muy habitual. En general las personas adultas en vez de como artífices tienden a verse como receptoras, como espectadoras (o como se dice últimamente en una horrible perversión del concepto de cultura y arte, como “consumidoras”). Los sistemas de enseñanza tienen mucho que ver en ello, pero también el tipo de sociedad que hemos ido configurando. Sin embargo, para avanzar en el conocimiento de algo es fundamental practicarlo activamente. Componer es una de las maneras más eficaces que conozco de aprender música y de avanzar en su conocimiento.

He de reconocer que durante mucho tiempo me costó ponerme la etiqueta de compositora. Quizás tuviese que ver el hecho de ser mujer, algo que muchas personas creían incompatible con la composición, por prejuicios y argumentos basados en falsas premisas. Hablo en pasado, pero todavía existen esas personas, aunque ya no siempre lo expliciten porque resulta políticamente incorrecto. Incluso cuando no se cuestiona nuestra capacidad las compositoras nos vemos avocadas a reflexionar, explicar o valorar el hecho, aún extraño para la sociedad, de ser “mujeres compositoras”. No me consta que le hayan preguntado a ningún varón heterosexual cómo afecta esta circunstancia a su trabajo compositivo. En mi caso, cuando se me ha entrevistado, rara vez se ha omitido la cuestión y la parte negativa es que se corre el riesgo de que la compositora quede subsumida en la mujer.

Tradicionalmente nuestra sociedad ha mirado con muy malos ojos el que una mujer se apasione en exceso por un arte o por dominar un saber. Desde siempre me pareció muy ilustrativo de este sentir general el cuento de “Las zapatillas rojas”, que advierte a las niñas de lo cara que se puede pagar la entrega a una pasión. Muy resumida, la trama es como sigue: la mayor ilusión de una joven es ser bailarina. El diablo –camuflado en la figura del soldado- le ofrece unas zapatillas rojas que la cautivan y que una vez puestas hacen que baile maravillosamente pero sin pausa, hasta la extenuación, convirtiéndose finalmente lo deseado en una terrible condena. Se puede leer como una versión “femenina” del Fausto, solo que aquí no hay redención y el desenlace es realmente truculento: la bailarina solo podrá detenerse cuando le sean amputadas las piernas, y tendrá que renunciar a sí misma y a su pasión por la danza para obtener el perdón.

Afortunadamente algunas nos negamos a cortarnos las piernas y hemos seguido bailando, y aunque a veces seamos recriminadas como niñas malas no pensamos pedir perdón. La entrega apasionada a una vocación, a una pasión, como quieran llamarla, ya tiene sin necesidad de castigos diabólicos algo de don y de maldición simultáneamente, requiere muchísima dedicación y tiene una dosis de insatisfacción infinita. En el caso de la creación musical, acabada una obra, empieza a llamar a la puerta la siguiente; es una tarea sin fin que requiere de un tiempo siempre insuficiente, que hay que extraer del flujo vital a veces penosamente. Pero también se articula como una ilusión, como un proceso que se engarza en toda la vida interior, que conlleva una manera de “escuchar el mundo” y por lo tanto de escucharse a una misma; en definitiva, una forma de dotar de sentido al conjunto de experiencias que conforman la propia existencia. Cada obra, una vez realizada, es realmente siempre algo misterioso e inexplicable, un delicioso extrañamiento. Parte de la recompensa se encuentra en el proceso mismo; pero otra muy importante en el diálogo activo con intérpretes, oyentes, estudiantes.

Para mí al menos, la mayor recompensa es ver mis obras suficientemente difundidas y apreciadas; pero sobre todo que alguna vez, aunque sea ocasionalmente, susciten un ligero temblor en alguien que escuchaba atentamente.

Escrito a petición de Jesús Mozo, que lo leyó en su concierto dedicado al día de la mujer en marzo de 2017, Valladolid. 

CD: EL ÁNGEL DE LO SÚBITO (margen poético 2000-2014)

Sibila 49 dedica su disco monográfico a Mercedes Zavala.
En él se recogen obras instrumentales de la compositora que están sustentadas en referencias poéticas, a veces de manera muy intensa, otras veces sugerida, pero siempre evitando el uso explícito del texto.













En la revista, tres artículos en torno al disco y la obra de Mercedes Zavala:
El primero, a cargo de Tomás Marco, proporciona una visión del conjunto de la obra de Zavala y de las obras incluidas en el disco (Mercedes Zavala: de la poética cultural al oficio sonoro); en el siguiente Noni Benegas reflexiona sobre la poesía puesta en música desde una perspectiva muy personal  (El ángel de lo súbito), y en el último la propia compositora (Margen poético 2000-2014) aporta el resto de las claves poéticas y los textos concretos que nutren las composiciones presentadas.


Los textos:

CUESTIONES DE GÉNERO (MUSICAL)

BORGES, EL UNIVERSO Y LA SGAE
O EL  NUEVO IDIOMA ANALÍTICO PARA AUTORES SINFÓNICOS.

La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que éstos son provisorios, observa J.L. Borges en El idioma analítico de John Wilkins (Otras Inquisiciones, 1952). 

Es comprensible, pues, que la Sociedad General de Autores de España, con indudable buena fe, acometa la clasificación de los géneros musicales con el fin de organizar intelectualmente sus extensos fondos.

El compositor o compositora que termina una obra (a partir de ahora usaremos “compositor” para refernirnos a ambos, atendiendo a su uso en los formularios aludidos), debe proceder a declararla en la SGAE, es su derecho y su obligación si pertenece a dicha sociedad de gestión. Y para ello tiene que afrontar una nueva y compleja tarea, infinitamente más delicada que la creativa: rellenar una ficha e incluir su obra dentro de un “género” (musical) entre los propuestos por la entidad.

 No le será en esta tarea de gran ayuda la erudición musical o histórica, ni el haber cursado estudios superiores que incluyan el minucioso y riguroso análisis de las formas y los estilos musicales; ni siquiera le servirá como herramienta conceptual la distinción entre género, forma o instrumentación.

Lo que sí va a encontrar el desprevenido autor al hacer su declaración on-line es que en el campo obligatorio “género” se le abrirá una pestaña que desplegará un jugoso listado de términos en estricto orden alfabético.

Podría suponerse crucial para la gestión de la SGAE la diferenciación entre el “género”  “Twist” y el “género” “Txistu”; o entre “Techno” y “Habanera”. Entra dentro de lo posible, aunque para el compositor declarante surgen algunas paradojas: ¿Y si alguien compone una Habanera techno? ¿O es metafísicamente imposible? En cualquier caso no es su problema, se dice, no es su caso. Y prosigue pacientemente la búsqueda de una categoría en la que pueda incluir su obra.

Supongamos que nuestro compositor acaba de terminar un magnífico concierto para piano y orquesta, titulado Nísperos en flor. Un poco despistado sobre si “Concierto” es considerado por la SGAE un género o no, busca en “Co” pero solo encuentra “Copla”, “Coros y chirigotas”, “Coral” y “Country”. Y, comprensiblemente, le invade cierta desazón: quizás me he equivocado de sitio o de apartado, al fin y al cabo los "Sinfónicos" –como nos llaman- somos raritos, y anticuados, piensa. Sin embargo le anima ver algunos términos como “Sonata”, “Sinfonía” o “Música religiosa”, entremezclados con “Heavy”, “Rock” o “Fandangos”. También hay que decir que, ya puestos, le extraña que no esté incluido el “Minué”, o el “Passepied”.

Pero nada de conciertos. Y, se pregunta, ¿cómo estará clasificado el Concierto de Aranjuez, esa obra tan famosa y recaudatoria? Ya despistado a estas alturas con los criterios del listado, busca en la “A” “Aranjuez”, por si acaso. Pero nada.

Algo debe estar haciendo mal, se teme, por lo que indaga un poco hasta que encuentra –siempre on-line-, unas instrucciones amablemente redactadas por la SGAE. Sintiéndose un poco culpable por no leer desde el principio dicho manual, una cuestión esencial se clarifica, el hecho de que el listado de la pestaña mezcla dos categorías diferentes, que ahora le son mostradas separadas nítidamente en dos cuadros:



Se trata, entonces de ignorar los “géneros” que no estén en el primer cuadro, y que no son –en principio- de su incumbencia (pasemos por alto el hecho de que las obras sinfónicas también son musicales, o eso creíamos). Habrá que contrastar la pestañita con las dos tablas y ceñirse a las categorías propias del quehacer sinfónico-compositivo.

No obstante, la tabla de sinfónicos no le tranquiliza mucho: la “Música religiosa”  y la “Misa”, por ejemplo, se incluyen junto al “Rock” y el “Jazz” en “obras musicales”, pero no en las “obras sinfónicas”. Nuestro compositor comprende que todo el mundo tiene derecho a hacer sus misas pero él ¿dónde clasificará la suya para la Semana de Música Religiosa conquense? 

Sí se consideran sinfónicas el “Dueto”, el “Trio” o el “Cuarteto”. Por lo tanto, queda claro que no hay que entender algunas obras “sinfónicas” en sentido sinfónico, sino que son lo que nosotros, vaya lío, llamaríamos “Música de cámara”.

Otras dudas surgen: ¿qué pasaría si escribiese un poema sinfónico dodecafónico?¿Dónde lo incluíria, en “Poema sinfónico” o en “Música dodecafónica”? Puedo poner los dos... ¡No! Imposible elegir más de un género, el ordenador solo permite escoger uno. Hay cosas según la SGAE inconjugables, como hacer un Réquiem aleatorio, una Evocación en singular o... una Fuga para Cuarteto.

A estas alturas es normal que el ya malhumorado autor no tenga ganas de poner género alguno. Pero, aunque lo intenta repetidas veces, no puede dejar la casilla en blanco, el programa informático le advierte que no se tramitará su declaración.
Y debería estar agradecido. No sabe lo que ocurriría en semejante caso. Si la casilla quedase en blanco la obra, y bien que lo advierten, será clasificada como CANCIÓN.

Querido compositor no avezado en las taxonomías de la autoría: tranquilo. Hay una solución –y solo una-: sí, entre “Sinfonía” y “Sintonía” se encuentra  la milagrosa palabra salvadora que nos redime y nos identifica; mira bien, cuesta un rato verla, pero ahí está.

No busques más, no le des vueltas, no pienses, no te cabrees. Olvida lo que sabes de Música, de Historia y de Lógica aristotélica; sobrevuela como puedas “Dueto” y “Trio”, “Oratorio” y “Oratorios”, o “Zarzuela (Generales)”. Pon SINFÓNICOS. Era así de sencillo, después de todo. El tonto eras tú.



En el artículo-relato citado al inicio J.L. Borges nos daba noticia de cierta enciclopedia china titulada Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en varias y ciertamente caprichosas categorias de la “a” a la “n”.

Si alguna vez la SGAE decide extrapolar sus criterios categoriales a la zoología, habrá que añadir  una nueva letra al Emporio celestial: la “ñ”, muy representativa de lo genuinamente español y nunca imaginada entre los conocimientos benévolos chinos.  Manteniendo en lo demás la relación transcrita por Borges, la clasificación final debería quedar así:

a. pertenecientes al Emperador
b. embalsamados
c. amaestrados
d. lechones
e. sirenas
f. fabulosos
g. perros sueltos
h. incluidos en esta clasificación
i. que se agitan como locos
j. innumerables
k. dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello
l. etcétera
m. que acaban de romper el jarrón
n. que de lejos parecen moscas
ñ. clasificados por la SGAE